
1. Analiza bien el mercado
El hecho de que seas capaz de montar un negocio no implica que la gente vaya a comprar tus productos y servicios. Tienes que analizar cuál es tu mercado potencial: ¿Quién necesita lo que tú estás ofreciendo? ¿Hay espacio en el mercado para lo que tú estás ofreciendo, o se trata de un mercado saturado? ¿Se trata de un mercado local, nacional, un mercado de nicho? ¿Puedes definir a tu cliente ideal? Tienes que responder a todas estas preguntas antes de montar tu negocio. Descubrir demasiado tarde que no hay demanda, o que no hay hueco en el mercado para ti, resulta mucho más duro.

No puedes arrancar sin el dinero necesario. Define cuánto tienes, cuánto necesitas, cuánto necesitarás en un futuro inmediato, y cómo vas a hacer para conseguirlo. En este capítulo, la mayor parte de los profesionales freelance lo tenemos mucho más sencillo, porque nuestra actividad apenas requiere inversión: un ordenador potente, una buena conexión a Internet, y poco más… Pero si vas a necesitar financiación ajena, tendrás que redactar un plan de negocio.
Puedes consultar todo lo que de verdad se necesita para convertirse en freelance .

Hay bastantes entidades que pueden asesorarte bien: cámaras de comercio, centros para emprendedores, etc. Si lo prefieres, también puedes buscarte un buen abogado. No se trata de arrancar con pleitos, ni nada parecido. Se trata, simplemente, de que alguien con experiencia te asesore sobre los contratos que firmas, te ayude a definir tu estructura de negocio, y te eche una mano con algunos trámites imprescindibles.
4. Decide cuál va a ser la estructura de tu negocio
La forma jurídica que elijas tendrá sus repercusiones fiscales, de responsabilidad, etc. sobre tu negocio. Debes asesorarte bien antes de elegir: empresario individual o Sociedad Limitada si vas a iniciar esta aventura solo; Sociedad Irregular, Sociedad Limitada, Sociedad Laboral o Cooperativa si sois dos o más socios.

Seguramente, la actividad fundamental de tu negocio consumirá casi todo tu tiempo y tu energía, y no te dejará mucho espacio para ocuparte de los trámites administrativos y contables. Afortunadamente, en la Red puedes encontrar excelentes herramientas de gestión. Si ves que, a pesar de ello, no llegas a todo, puedes contratar a alguien para que lleve las cuentas, y se ocupe del pago de facturas e impuestos.

Es obvio, pero no podemos pasarlo por alto. Tendrás que elegir un nombre para tu negocio. Es algo importante: recuerda que la gente conocerá tu empresa a través de esa denominación. Cambiarlo más adelante puede resultar un engorro. Así que elabora una lista con diferentes opciones y empieza a descartar hasta quedarte con las mejores.
Ya sabes las cosas que hay que tener en cuenta a la hora de elegir un nombre: que describa de alguna manera tu proyecto, que sea fácil de pronunciar y memorable, que suene bien y no dé demasiados problemas a la hora de pronunciarlo en un idioma extranjero. También debes comprobar que el nombre no está en posesión de otra persona o empresa.
Hoy es prácticamente imprescindible contar con un sitio web, así que antes de decidirte por una opción, comprueba que hay un buen dominio disponible.

7. Licencias y permisos
Ésta es una de las partes más engorrosas. Solicita las licencias del local desde el que vas a operar, da de alta a la empresa en el Impuesto de Actividades Económicas en el ayuntamiento de la localidad donde vas a ejercer tu actividad.

Según el tipo de actividad, también tendrás que solicitar algunas autorizaciones específicas, por ejemplo, de tipo sanitario, etc. Si has llegado hasta aquí, eso significa que puedes con casi todo…